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Control preventivo del desarrollo Neuro-senso-psicomotriz del bebé

El niño es una unidad física, emocional y mental que debe desarrollar todo su potencial sobre unas bases que se organizan durante los primeros seis años de vida.

Ha cambiado mucho la forma de ser niño. Los niños deben llegar mucho más lejos y eso exige acompañar y potenciar su desarrollo neurosensopsicomotriz minuciosamente para no limitar sus posibilidades. Por este motivo, la prevención de los problemas madurativos ha ido cobrando mayor relevancia día a día.

Desde el momento del nacimiento, es aconsejable aplicar un programa de prevención, que consiste en hacer revisiones periódicas, que complementan las del pediatra, a niños que no presentan ningún signo de alteración.

Orientar a los padres

El objetivo es orientar a los padres para que el desarrollo de la psicomotricidad, el control del cuerpo, el ritmo y la capacidad de inhibición, el desarrollo de los sistemas sensoriales, la estructura emocional y la preparación de los sistemas necesarios para la adaptación al entorno y el aprendizaje escolar sean óptimos.

Estas revisiones permiten detectar de forma precoz las disarmonías y corregirlas antes de que puedan derivar hacia un trastorno físico, emocional o mental más organizado.

Tenemos que conseguir un desarrollo armónico del bebé durante los dos primeros años de vida. Merece especial atención el desarrollo de los mecanismos de control, de coordinación y de automatización de los movimientos, porque sus disfunciones alteran severamente la integración del esquema corporal y la orientación en el espacio. No basta con etiquetar a un niño de torpe, debemos ayudarle para que no lo sea.

 

Hay tres estadios de la vida del niño que son especialmente importantes de cara a la prevención.

El primero es el período neonatal, los primeros dieciocho meses de vida.

Al nacer, después de nueve meses de gestación, el bebé tiene que haber alcanzado un nivel de desarrollo neurológico suficiente como para poder adaptarse al medio extrauterino. Después del parto, el bebé tiene que empezar a resolver los problemas vitales por sí mismo, tiene que ser capaz de organizar unos ritmos de sueño y de vigilia armónicos y de adaptar las posiciones de su cuerpo a la presión de la gravedad terrestre.

 

Es un buen momento para realizar una exploración preventiva que nos permite:

 Detectar si el parto ha dejado secuelas de mala colocación de los huesos del cráneo, en cuyo caso aconsejamos la colaboración de un especialista en osteopatía.
 Comprobar si el nivel de madurez sensorial y rítmico es correcto y si está preparado para hacer frente a la nueva forma de vida. Los padres necesitan algunas orientaciones sobre cómo tratarle.
 Valorar su nivel de sensibilidad y a qué modelo de reacción cerebral responde para adecuar la estimulación a sus necesidades y a sus capacidades de integración. El objetivo es evitar el exceso de estimulación al que muchos bebés están sometidos hoy en día.
 Hacer una valoración de su diseño corporal para determinar cuál es la mejor colocación cuando duerme o cuando está despierto.
 Es el mejor momento para detectar asimetrías o diferencias entre un lado y el otro del cuerpo y ayudarle a resolverlas con pequeños masajes o técnicas de estimulación y de colocación postural. Las asimetrías son muy frecuentes. Pueden ser debidas a la posición del bebé dentro del útero, a la herencia familiar, etc. Sea cual sea la causa, cuanto antes se resuelva mejor porque, de lo contrario, las pequeñas diferencias de colocación de brazos o de piernas pueden llegar a alterar notablemente el desarrollo de su psicomotricidad.

 

En dos o tres exploraciones, diseñamos el mejor esquema de desarrollo psicomotor y neurofuncional, explicamos a los padres las cosas que van a suceder y la mejor manera de acompañar el desarrollo durante el primer año y medio de vida.

El objetivo es conseguir que los niños aprendan a voltear por sí mismos, no sentarlos demasiado pronto, que aprendan a arrastrarse y a gatear antes de andar, etc.

El fin primordial es personalizar al máximo el desarrollo del primer año de vida y evitar los frecuentes problemas de psicomotricidad, de mala colocación de espalda, de pies o de piernas, así como evitar o resolver problemas de irritabilidad y alteraciones de ritmos, principalmente los ritmos de alimentación y de sueño.

Otro momento especialmente importante es el de los dos años. A esta edad, el niño ha desarrollado enormemente su movimiento y el control del cuerpo. Se ha convertido en un ser capaz de mantenerse perfectamente sobre las dos piernas y permanecer erguido con un buen equilibrio entre la flexión y la extensión de su cuerpo.

 

Es una buena edad para:

 Determinar el nivel de control corporal que ha alcanzado y el nivel de organización de los reflejos de caída.
 Comprobar si, cuando anda, es capaz de coordinar bien el brazo derecho con la pierna izquierda y viceversa. Esta forma de coordinación motriz es fundamental para empezar a saltar, correr y pedalear y para que la organización del lenguaje sea suficientemente rica.
 Es importante valorar el grado de desarrollo binocular. A los dos años, debe ser capaz de construir una sola imagen que procede de dos ojos. Esta capacidad de unificar la función de las dos vías visuales es la base para poder medir bien el espacio y orientarse.
 Es necesario hacer una valoración del nivel de organización de sus ritmos y la capacidad de control de su cuerpo y de su conducta. Faltan todavía unos meses para llegar a la conciencia de que es un ser diferenciado de su entorno. Pronto tendrá plena conciencia de muchos fenómenos que, hasta ese momento, ha captado y percibido sin darse cuenta de que lo hacía. Es un buen momento para prevenir la aparición de problemas de atención e hiperactividad.

 

Asegurar un buen desarrollo neurosensopsicomotriz será fundamental para enfrentarse a la conciencia de sí mismo con mayor seguridad. Recordemos que, en el proceso de desarrollo, los factores físicos, emocionales y mentales están íntimamente ligados. Por este motivo, vale la pena tener especialmente en cuenta el desarrollo de la base corporal, háptica y motriz.

 

Y, por último, otra etapa muy importante para proceder a una revisión preventiva es la de los cinco años.

 

Antes de entrar de lleno en el aprendizaje de la lectura y la escritura es muy importante asegurar entre otros factores:

 Que ha conseguido hacer funcionar como una unidad las dos manos, los dos pies, los dos ojos, los dos hemisferios cerebrales, las dos vías auditivas, etc. Debe unificar la función de estas estructuras e integrarlas en un esquema corporal, que será el referencial para orientarse en el espacio y en el tiempo.
 Debe haber alcanzado un buen nivel de desarrollo del lenguaje hablado, para lo cual es imprescindible una buena relación entre los dos hemisferios cerebrales.
 Es normal que empiece a manifestar una dominancia lateral diestra o zurda, que habrá que ayudarle a construir para que pueda orientar formas en el espacio plano antes de entrar a fondo en el aprendizaje de la lectura, la escritura y el cálculo.

 

 

El objetivo de estas exploraciones funcionales preventivas es detectar de forma precoz muchos problemas que, más adelante, si no se resuelven, contribuyen a engrosar el capítulo de los niños inteligentes que padecen problemas de bajos rendimientos y de fracaso escolar, con todas las consecuencias que ello comporta en el campo del desarrollo personal y afectivo.

Evolucionar es avanzar, ampliar nuestros campos de conciencia y saber un poco más del niño cuyo desarrollo hemos de conducir y potenciar día a día.

Dra. Mª del Mar Ferré Rodríguez (col nº 35.398)

Dr. Jorge Ferré Veciana (col nº 12.853)

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